sábado, 21 de agosto de 2010

Solo 15 años [Parte 2]

-Oye, ¿conoces a esa chica?
Es lo primero que oigo salir de la boca de Claudia, después de darme una bolsa cuyo contenido acaba de comprar en esa tienda. Tiene el entrecejo fruncido; parte de su cara de incomprensión.
Sorprendido en cierto modo ante esta pregunta, detengo mis pasos (los cuales, por cierto, me llevaban a casa de vuelta de la calle de tiendas del centro) para girarme en la dirección que me indica su mirada.
Pero mi sorpresa aumenta al verte a ti. Ahí. Parada, en medio de la calle. Mirándome. Mirándonos. A los dos. A Claudia y a mí. Juntos.
Mierda.
-Espera un momento... -acierto a contestarle mientras, distraído completamente, sin capacidad para darme cuenta de si ella me ha dicho algo más, me decido a cruzar la calle y acercarme a ti. Pero tú ya no estás ahí. Te has ido corriendo después de mirarme de esa manera... Como si te faltase el aire; como si te lo hubiese quitado yo.
Más mierda.
Echo a correr detrás de ti, sin ni siquiera escuchar a Claudia, que está chillándome mosqueada. Ya me disculparé.
Sin pararme a pensar que he ensayado mil veces cómo acercarme a ti, hablarte. Y que nunca me había atrevido. Pero ya estaba decidido; mañana iba a ser un día especial. Pero no importa. Ahora me importa una mierda estropear lo de mañana y no seguir el guión. No. Me da igual. En estos momentos no me acuerdo de nada. No tengo dudas. No puedo dejarte ir así. Tengo que explicarme. Necesito explicarme.
Pero... ¿Por qué? No eres nada mío. No tengo derecho a seguirte. Debo parecer un acosador; un obsesionado.
Pero me da igual. Te quiero. Sí, te quiero. Joder que si te quiero; y creo que desde que te vi. Exactamente, desde hace 5 años, 3 meses y 17 días. Cómo no iba a recordar el día en que te vi por primera vez.
Sí... Entraste en clase de las últimas, era el primer día. Te apartabas tu oscura y larga melena de la cara, dejándome así ver tus preciosos ojos color avellana. Creo que se te cayó una carpeta que llevabas en la mano. Te agachaste a recogerla. Y al ponerte de pie otra vez, me miraste. A mí. A los ojos.
Desde entonces estoy loco por ti. Y creo que estoy tan loco por ti que empiezo a imaginarme, a ratos, que me correspondes.
Lo que nunca me ha permitido decirte nada es que no tengo tanta confianza en mí mismo como para pensar que de verdad podrías sentir algo por mí. Pero más de cinco años así me superan. Joder, tengo que soltarlo ya, decírtelo. A pesar de que lo más seguro es que me rechaces. En fin, tengo pensada hasta la forma de actuar para ese caso.
Corro más despacio. Sé, al ver la dirección por la que te encaminas, que vas tu casa. Sí, sé dónde vives. Cómo no lo iba a saber. ¿Que cómo lo sé? Descubrí que vives cerca de la cafetería en la que trabajo en verano. Sí... Desde entonces me paso casi todos los turnos empanado mirando a través de la ventana. Mi jefe me ha llamado varias veces la atención...
Espera...
Me detengo, al darme cuenta de una cosa.
¿Por qué has reaccionado así?
No tiene sentido. Creía que no te habías fijado en mí nunca.
Entonces... ¿Por qué te has ido corriendo?
Cuando me quiero dar cuenta, estoy en medio de la calle, parado, con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Te gusto?... ¡Te gusto! Sí. No puede haber otra explicación. ¿Por qué si no has reaccionado así?
Mi sentido común quiere apoderarse de la situación, forzándome a creer otra vez que no puede ser cierto; será un malentendido. Pero es demasiado tarde. El pulso ya se me ha disparado y, cuando me quiero dar cuenta, estoy corriendo otra vez.
Y aprieto el paso, con el corazón saliéndoseme de la boca.
Tras un par de minutos, estoy en tu portal. Voy a llamar a tu puerta a través del portero automático, pero te oigo. Te oigo llorar. Y te veo ahí sentada, escondiendo la cara entre tus piernas.
Me siento fatal por verte así. Se me hace un nudo en el estómago. Aunque, a la vez, una oleada gratificante de calor me recorre todo el cuerpo, cuando me vuelvo a plantear la maravillosa posibilidad de que estés así por mí.
Golpeo la puerta sin pensarlo.
Levantas la cabeza en mi dirección, y automáticamente dejas de sollozar, aunque las lágrimas siguen corriendo por tus mejillas. Con expresión contrariada, te levantas, dubitativa, y te acercas a abrir la puerta.
-Feliz cumpleaños -te digo mientras extiendo hacia ti esa bolsa con la que Claudia me ha cargado.
Me miras extrañada, sonrojada, y luego, sonriente. Diría que también avergonzada; no creo que te haya echo mucha gracia que te encuentre así. Pero te encuentro tan preciosa como siempre, y, al pensar en ello, el corazón me late, si cabe, aún más rápido. Te devuelvo la sonrisa más sincera que, seguramente, jamás habré regalado a nadie. Apostaría lo que fuera a que mi cara de bobo en estos momentos no tiene precio.
-Y..yo... -balbuceas mientras, lentamente, accedes a coger la bolsa. Los ojos te brillan de pronto, y mis ilusiones apuestan por que no es a causa de las lágrimas.
La abres, despacio, como si tuvieses miedo de romperla. Sacas de su interior un CD de música. Lo miras, me miras, y vuelves a sonreír.
-Yo, esto... Sabía que te encanta este grupo, pero yo no sé nada sobre ellos. Y como sabía que mañana es tu cumpleaños, he decidido regalarte algo especial. Pensaba esperar hasta mañana, pero, eh..., bueno..., creí,al verte, que este sería un buen momento. Además, así seré el primero en darte tu regalo... -Noto que más rojo no puedo ponerme ya. Seguro que no estás entendiendo ni una palabra de lo que digo. Me rasco el pelo nervioso, y evito tu mirada. "Joder, tío, así vas mal. Relájate, respira hondo, vocaliza, habla más despacio, y ¡mírala a los ojos!" Y lo intento- Ehh... Me parece que este es el CD nuevo. Además, es la edición especial. Por eso Claudia me ha ayudado a elegirlo. Me dijo que ella lo compraría. A ella también le encanta ese grupo. Lo cierto es que me agobian las tiendas. Cuando nos has visto, yo la esperaba fue...
-¿Cl... Claudia?
Tu expresión cambia a tristeza pura en cuanto nombro a Claudia. Y mi corazón se dispara como un caballo loco. A la mierda la voz pesimista de mi conciencia. Me quieres. No me lo puedo creer. Me quieres. Estás dolida por haberme visto con otra chica. Me quieres...
Sonrío, y ahora sí que te miro a los ojos profunda y directamente, rebosante de felicidad y confianza en mí mismo.
-Laura... Claudia es mi prima.
Entonces dejas de mirar el CD, para mirarme a mí. Y sonríes. "A la mierda mi sentido común". Y como ya no aguanto más, antes de que puedas decir nada te beso. Por fin. Después de desearlo durante años, te beso. Tú sueltas el CD, que cae con estrépito al suelo. Y me abrazas, me abrazas del mismo modo en que, ahora que me doy cuenta, te estoy abrazando yo a ti.
-Ah... Por si aún no lo habías adivinado... Te quiero -susurro a tu oído. Y sueltas una risilla encantadora, que nunca olvidaré.
Te suelto, para poder mirarte, y te limpio las lágrimas de la cara. Creo que me va a dar un infarto. Sonrío como un idiota.
-Yo también te quiero, Pedro. Y éste es el mejor regalo que he recibido en mi vida. -Me contestas.
Y en ese momento descubro que nada conseguiría hacerme más feliz en estos momentos.

4 comentarios:

Laura Ankariva dijo...

Oh My Gosh. Me gusta. Me gusta mucho. Parece prometedor. Un relato sencillo de leer, con el que te identificas fácilmente. Buen trabajo! :)

Maisha dijo...

Hola guapa! Por comentarios como el tuyo seguimos día a día con el blog, muchas gracias! He intentado seguirte pero no se porque no me deja, he leído un poco por encima y tiene muy buena pinta en cuanto pueda me leo las dos partes enteras. Un besote preciosa!

Anónimo dijo...

Ginebra, que puedo decirte? ame esto con todo mi corazon, escribes muy bien, no es por desmerecer a otras a autoras pero esta entrada me provoco tantas cosas n_n eres muy buena poniendole sentimientos a tu relato, enserio lo amé.

Te sigo.

PD: Haste un banner para poder enlazarte! y avisame, si no es mucha molestia, cuando publiques lo siguiente.

Buen finde.

Anónimo dijo...

[i]"Joder, tengo que soltarlo ya, decírtelo. A pesar de que lo más seguro es que me rechaces. En fin, tengo pensada hasta la forma de actuar para ese caso."[i]

"Joder, tío, así vas mal. Relájate, respira hondo, vocaliza, habla más despacio, y ¡mírala a los ojos!"


Mi dios!!! Woaow...Tan sentimental, de acuerdo con Angie